miércoles, 12 de septiembre de 2012

LA BARBACOA




 
"Dícese del utensilio de hierro con forma de rejilla que se sitúa encima del fuego o las brasas para asar o tostar alimentos. También se suele denominar barbacoa o bien parrillero a la construcción de material u horno que incluye la parrilla.”

“A medida que se acerca el buen tiempo comenzamos a preparar más cosas al aire libre, y ¿qué mejor que una parrilla o una barbacoa para reunirse con los amigos y disfrutar de un buen día? Cocinar a las brasas se ha convertido en una ceremonia social donde familiares y amigos se reúnen para almorzar o cenar en los días de verano.”
 
“Al ser una cocina lenta, ya que es habitual que tarde dos o tres horas en la preparación de las brasas y después en la cocina de éstos, permite el diálogo entre los comensales y hacer de esta cocina algo de lo más divertido.”
 
Bien, más o menos ha quedado claro. Pero ahora os voy a detallar nuestra experiencia veraniega con la barbacoa.
 
La casa de este año era chulísima y, además de tener un jardín estupendo con unas tumbonas para vaguear al sol y una puerta que daba directamente a la ría a modo de playita privada-particular, tenía una barbacoa.
 
Podría haber salido fantástica de no haberse pasado por alto algunos detallitos insignificantes a tener en cuenta. A saber:
 
1.- El día de la barbacoa hay que elegirlo cuidadosamente. Es decir, el día QUE SE LARGA UNO AL PAINTBALL y se decide que “ya que uno está aquí ¿para qué vamos a conformarnos con el pack de doscientas balas si podemos elegir por poquito más EL DE QUINIENTAS?”… pues no, oigan… no… definitivamente mejor dejarlo para otro rato.
 
 
2.- Lo anteriormente mencionado es desencadenante no sólo de la elección de la fecha incorrecta… sino de LA HORA. Me explico: generalmente la barbacoa se hace dos o tres horas antes de la comida o de la cena… DE NINGÚN MODO SE PUEDE UNO SENTAR A LA MESA A LAS DOCE DE LA MAÑANA!!! Sobre todo, si el jardincillo tiene unos farolillos de energía solar que apenas iluminan los diez centímetros cuadrados alrededor del farolillo.
 
 
3.- ¡¡No pasa nada!!
¡¡¡Soy una chica de recursos!!!
¿Tiene la señora velas?
Sí.
Vale. Pues pongo unas velas.
Con esto pueden ocurrir varias opciones:
a) Te puedes abrasar vivo si vas a pillar algo de la bandeja y no tienes la precaución de evitar la llama de la velita.
b) Te puedes dar el batacazo padre cada vez que tengas que alejarte de la luz de las velas o los farolillos para coger algo que se te olvidó en la casa o la nevera.
c) Si no te han pasado ninguna de las dos cosas, verás lo bien que te lo vas a pasar raspando cera de vela desparramada por todos los lados al día siguiente.
d) Y, por último y no menos importante, NO SABRÁS si te has metido en la boca un chorizo criollo o una sardinita hasta haber masticado el bocado.
 
4.- Con relación al último punto (d): las barbacoas suelen hacerse de carne o de pescado. Si eliges ambas opciones (barbacoas MIXTAS) puede ocurrirte que “esa barbacoa no termine nunca”. Esto es: cenas hoy, desayunas mañana, comes y aún te llega para la merienda-cena.
 
5.- Me estaba acordando yo de aquel monólogo del club de la comedia en que describían la barbacoa como eso que se organiza en una casa con jardín en que las mujeres: compran todo, ponen la mesa, preparan la ensalada, preparan las salsas, depositan la carne o los pescados sobre una bandeja y los hombres toman las piezas de ésta para ponerlas en un fuego y, después, las mujeres recogen la mesa, lavan los platos, friegan la parrilla (se ponen los dedos y las uñas negros como el carbón), barren, pasan la manguera y TODOS FELICITAN A LOS HOMBRES POR LO BIEN QUE ESTABA TODO… Pero corramos un tupido velo. Dejémoslo estar.
 
6.- Volvamos a los comentarios “repescados” de otras publicaciones mencionados anteriormente en el encabezado de este enlace.
.../... ¿qué mejor que una parrilla o una barbacoa para reunirse con los amigos y disfrutar de un buen día?" PERO… A VER… ¿UN DÍA? ¿DOS ó CUÁNTOS REALMENTE?
 
.../... permite el diálogo entre los comensales y hacer de esta cocina algo de lo más divertido.” ¿QUÉ DIÁLOGOS? ¿ME LOS PERDÍ CUANDO TRATABA DE NO PARTIRME LA CRISMA YENDO Y VINIENDO A LA CASA?
 
Más o menos (los que yo escuché) fueron como sigue:
a) ¡Ese carbón está mojado! ¡No enciende! ¿No ves que no enciende?
b) No veo nada…
c) Usa las pastillas. Eso no va…
d) A ver, listo, enciéndelo tú, anda…
e) ¿Dónde están las pastillas? ¿Esto qué es?
f) Eso que estás cogiendo es la bolsa de la basura y eso, el pan.
g) Trae la vela, coño, que no me entero.
h) Esas son las sardinas.
i) Es sobre las brasas, no sobre el fuego
j) ¡¿fuego?! ¿Pero qué fuego y qué niño muerto!
k) Ahí no se ponen los chorizos.
l) ¿Qué es esto que he pisado?
m) Y a esto… ¿se le da la vuelta?
 
A todo esto…, cuando ya nos pasmábamos del frío y nos metimos en la casa para tomar el postre, llega el VECINO regañador profesional (un clásico):
----Oye, ¿sabéis qué hora es?
Vamos a ver. ¿Me está llamando usted gilipollas? ¡Claro que sé la hora que es, coño! Dígame usted cualquier otra barbaridad: “Voy a llamar a la policía”; “Me voy a cagar en la madre que parió a Panete”; “Callaos de una puñetera vez que mañana madrugo” o equis pero molestarse en venir de mala leche para preguntarme la hora!!!! Hace falta ser subnormal!!!
 
Moraleja: Si vas a elegir mal el día, la hora y las viandas de una barbacoa… trata al menos que el lugar de celebración esté apartado del mundanal ruido.

mlm

martes, 11 de septiembre de 2012

Día de Paintball

 
 
Este verano decidimos a ir a un PAINTBALL.

¿Que qué es eso? Sencillo: dícese de un lugar en pleno campo donde se coloca un atrezzo simulando varios campos de batalla (a saber: Vietnam, Kosovo, El Llano, El Bosque…) donde una panda de idiotas se lían a tiros unos contra otros (o unos contra unos y los otros contra otros y es que muchas bajas son provocadas por fuego ¿amigo?) con bolas de pintura que TE JOROBAN VIVO y te llenan de cardenales.

Cuando el joven encargado del paintball nos conferenció con aquello de “la adrenalina a flor de piel” y tal y tal… pues como que a mi me pareció que estaba haciendo el artículo… ¡Vaya! “merchandising del güeno” o que simplemente te estaba dando la respuesta lógica a la ineludible pregunta que surge en tu interior como la de “¿Para qué coños me he metido yo hoy aquí?" o "Pero bueno, ¿no tenemos ya una edad?" o "¿No estaría mejor gastándome este dinerito en unas cañas en el chiringuito de la playa?”… pero no, resulta que ¡¡ES VERÍDICO!! Todo el mundo pierde el norte y tus compañeros, de repente, se creen Arnold Swartznegger, Silvester Stallone, La Teniente O’Neil y… ¡¡NORMAN BATES!!

Se les pone jetos de psicópatas asesinos y se lían a tiros con cualquier cosa que se mueva (o que no… o que se esconda… o que respire…)

Las reglas eran claras: si te daban un balazo (y os lo aseguro: ¡¡TE ENTERABAS PERFECTAMENTE!!) tenías que gritar: “¡MUERTA!” o “¡Muerto!” o “¡Eliminado/a!”… (aunque a veces no podías evitar chillar “¡Tu puta madre, cabrón!”) lo malo es que en la mayoría de las ocasiones lo mejor era CHILLARLO ANTES DE QUE TE DIERAN porque los enemigos en tal tesitura no te matan simplemente… no… ¡¡SIEMPRE PREFIEREN REMATARTE!! Es decir, que tras la bala de gracia te caían siempre cuatro o cinco más.

Lo peor, desde luego, es declararte eliminado en un tono normal. En nuestro grupo, por ejemplo, estaba el hombre tranquilo (tipo John Wayne) discreto a la par que elegante que no gritaba, ni chillaba, ni aullaba, maullaba o bramía. El pobre de él abría la boca (no se le oía nada de nada entre tanta voz y tanto tiro) y, de repente, salía del escondite y se dirigía pacíficamente hacia el hospital o a la jaula de los eliminados… Tú, después de preguntar “¡¿Ande va ese degggraciaooo?!” ante la incertidumbre lo tiroteabas sin piedad hasta que él levantara las manos en actitud de redención farfullando un ligero “¡Aaau!”.

Luego, inevitablemente, siempre hay momentos de duda. No me estoy refiriendo a aquellos en los que surgen preguntas como “¿Qué estoy haciendo con mi vida?; “¿Cómo he llegado hasta aquí?”; “¿A quién se le ha ocurrido esta genialidad?”; “¿Quién me mandaría a mí hacerte caso?”… No. Sino a esos en los que te pones a dar tiros a un pobre infeliz que te dice: “¡¡Joder, que soy yo, gilipollas!! ¡Que soy de tu equipo! ¡Que venía a rescatarte!”

O aquella otra que chilla: “¡MUERTA!” pero muy muerta no tiene que estar porque la jodía no hace más que baldarte a balazos… “A ver…, ¿muerta tú o muerta yo?” y te grita cual posesa con encomiable vivacidad: “¡Muerta, estás muerta!”. A veeeeeeeeeeeeeeeer…, hablemos con corrección, oiga. No se dice “¡Muerta!”. En una situación como esa se dice: “¡Muere, so puta!” O “¡Date por fusilada, zorra!” o cualquier otra cosa que te haga enterarte de que tienes que poner tierra de por medio y correr como Forrest Gump.

El sitio se llama Adrenalicia, está en O Grove (Pontevedra, Rías Baixas) hay otro en Algete en Madrid y está en el Facebook. A pesar de que en muchos momentos “no sintáis las piernas” y os acordéis de mis muertos… os lo recomiendo.

Oye…, cosas peores, como las meigas: haberlas, hay las, ¿eh?, imaginad si os visten de conejito para el día de vuestro cumple o vuestra despedida de soltero y os tienen que acribillar a balazos todos vuestros acompañantes.