domingo, 29 de mayo de 2011

Reseña literaria de "Instituto de Bachillerato 'El Carrascal' Recuerdos de una época"



INSTITUTO DE BACHILLERATO "EL CARRASCAL" RECUERDOS DE UNA ÉPOCA es un libro, escrito en castellano sencillo y coloquial, pero correcto, de 155 páginas, de tapas blandas, con ilustraciones e imágenes con color, cuya estructura es:

1.- Unas citas cuidadosamente elegidas
2.- Una exquisita dedicatoria en la que, siendo general, no se han olvidado de nombrar a nadie.
3.- El índice.
4.- Una introducción en la que se explica detalladamente como surgió la idea de organizar una fiesta de antiguos alumnos y profesores y cómo, a raíz de ésta, nació la idea de escribir el libro.
5.- Un estudio histórico y medio-ambiental, hablando de la zona en la que se encuentra ubicado el centro.
6.- La fiesta del Instituto, que es un auténtico manual para organizar eventos de este calibre.
7.- Un reportaje gráfico de aquella celebración y,
8.- Seguidamente, comienza la parte "Recuerdos de una época", donde se entrevistan a Pilar Cavero, Jesús Jiménez, Ildefonso Caro, Lorenzo Martínez, José Mª Freijedo, Mariano Lanau, Magüi de León y Musta Benterrak. En la que, cada uno de los entrevistados, recuerda el instituto desde los comienzos o desde que fueron destinados allí, hasta que se marcharon.
9.- Anécdotas de los alumnos y un coloquio entre ellos.
10.- Curiosidades realizadas en el centro, con actividades, portadas, carteles de fiestas, un homenaje a Machado en su centenario, el periódico, la biblioteca, semanas culturales, viajes, excursiones, música y fotografías de belenes de navidad.
11.- Epílogo, Bibliografía y Agradecimientos.

En mi opinión, siendo un documento histórico, está creado como si fuera un anecdotario o un diario en el que intervienen muchas personas que hablan en primera persona del singular.

Lo que nos da idea de veracidad. Ya que, cada uno, da su visión particular de los hechos y, aunque en muchos puntos se coincide, en otros se muestra otro ángulo de la misma realidad. Por lo que, la cita de los Diálogos del hombre y de Dios, de Jacques Leclerc, viene "al pelo" totalmente.

Está escrito con muchísimo cariño. Ese cariño es latente hasta en la recopilación del material a usar. Tengo entendido que hasta en la maquetación del documento para su posterior edición y publicación, ha sido un tesoro muy apreciado por todas las personas que han intervenido o participado en su creación.

Lo que me llama la atención poderosamente es el centro en sí. El cemento, el ladrillo... Es como si se hubiera transformado en hueso y piel.

Es como si fuera un personaje más de la historia. Lo presiento como uno más de los protagonistas de toda aquella época. Y, sobre todo, el hecho de que muchos de los entrevistados hablaran sobre las varias y diversas calamidades que ocurrían en él: La falta de persianas, que daban lugar a insolaciones. La calefacción que funcionaba poco o nada y dio lugar a huelgas y manifestaciones de alumnos. Reformas interminables que provocaron que se tuviera que dar clase en la residencia de ancianos. O a Musta arreglando desperfectos sin dar abasto.

Pero, curiosamente, ese edificio que todos sospechaban en ruinas, se ha mantenido desde su origen hasta nuestros días. Es como las buenas familias. Las bien avenidas, que si tienen cimientos fuertes, ya se pueden echar encima todas las adversidades del mundo que aguantan firmes.

Y quizá fuera eso, el centro, su ubicación en medio de la nada, o el personal docente lo que hizo que todos fuéramos especiales. Que seamos capaces de no vernos en veinte años y, al reencontrarnos, poder abrazarnos y llorar y reír y retomar nuestras conversaciones donde las dejamos.

Y el responsable de esta forma de ser tan nuestra, fue el personal docente, desde luego. Me han encantado unas frases de Lorenzo Martínez (Sony) en las que dice: "yo, en parte, me siento orgulloso de esa etapa y de haber contribuido al desarrollo de las personas que han convivido conmigo."

También: "todo el mundo tiene que potenciar sus raíces y evolucionar desde ellas".

O: "Que la vida sigue, que los puntos de partida condicionan el desarrollo de las personas y las capacidades y hay que sentirse orgulloso del pasado que se ha tenido".

Sobre todo, lo avanzados que fueron para su época. Pilar Cavero nos cuenta: "Hicimos muchas cosas, nos movimos mucho, otra anécdota es que en los años 69/70 se daban clases de sexualidad a los padres y alumnos, estoy hablando de cosas que se han hecho con un adelanto de 30 años, no teníamos libertad pero nos la tomábamos".

O entre las múltiples y graciosísimas anécdotas de Musta, figuraba la de la recogida de basura en La Dehesa. Fijaos que estamos hablando de años en los que nadie pensaba en el reciclaje ni en el calentamiento global.

Las anécdotas de los alumnos y el coloquio, sin desperdicio.

Entre las partes más divertidas están:

"Pero, por desgracia, el paso del tiempo es inexorable, incluso para los macizos y macizas, resulta que, voy a omitir sus nombres para no herir sensibilidades, ellas que esperaban encontrar aquellos cuerpos y melenas juveniles, no daban crédito cuando sentados en el banco del parque convenido, se encontraban tres maduritos, con la curva de la felicidad más que visible y las cabezas despobladas de aquellas melenas que en su momento hacían las delicias de las que hoy contemplaban con pavor y desilusión el canalla paso de los años." (Julián Delgado)

"Días antes, en previsión por un lado de desvanecimientos o vahídos generados por el incontenible ahogo que a algunas personas se les pone en el pecho ante fuertes emociones. Por otro lado, haber sido más que generosos con el consumo de bebidas espiritosas y, en los casos más extremos, por ambos motivos a la vez, como decía, en previsión de esos posibles supuestos, solicitamos la presencia de Protección Civil." (Julián Delgado)

[Tampoco se pierdan la anécdota de los walkies 'infernales aparatos']

"Recuerdo que una vez, en la parte vieja del instituto se había estropeado la calefacción y no nos la arreglaban. Los alumnos mayores se pusieron en huelga. Y los pequeños, que ocupaban la zona del nuevo pabellón se unieron a ellos y me sale uno al patio en manga corta y le pregunto: ¿Tú, por qué protestas? Yo ----me responde---- por "solidificación" con mis compañeros". (Mariano Lanau)

".../... y es que la Ley de Educación de 1970 decía que había que regular la situación de estos profesores. Pero pasaba el tiempo y no se regulaba nada, por lo que valga la redundancia, sólo podíamos estar "regular" o tirando a peor." (Magüi de León)

".../... Cuando hacía buen tiempo las alumnas se salían a la terraza de la Biblioteca "a estudiar". Pero lo que más hacían era bajarse los tirantes de la blusa y untarse crema Nivea para ir poniéndose morenas antes de las vacaciones. [.../...] Yo les decía: "pero, chicas, ¿no veis que esto va a parecer una piscina?." (Magüi de León)

Repercusión en la literatura actual (jajajajaja):
Bueno, pues que sepáis que el capítulo "Veinte años no es nada" de mi segunda novela "¿Y para qué quiero enemigas?" es un guiño a la fiesta del instituto de 2006. Muchas de las anécdotas, en realidad, sucedieron. La mayoría, por supuesto, son producto de mi mente (desordenada y alocada)

Unas últimas palabras: Siempre lo digo, agradecí enormemente a las mentes pensantes y organizadoras de la fiesta por aquel homenaje pero, la verdad, la gratitud ya les vino incluida cuando la estuvieron planeando.

Mi abuelo solía decir que lo mejor de la fiesta, era la víspera y ¡qué gran verdad! El cuidar cada detalle, el recopilar todo lo necesario, el pensar en el modelito, los complementos... etc... eso es algo que no se puede uno perder.

Yo, suelo dar unas minutas a mi hijo con respecto a la vida. "Lo mejor de la fiesta es la víspera. Esa, hay que vivirla con intensidad hasta el último segundo de la retrocuenta. Después, está la fiesta, que hay que disfrutar a tope, hasta que el cuerpo aguante. Y, al final, cuando todo ya ha acabado, no hay que lamentarse, hay que seguir viviendo la emoción al recordarla una y otra vez".

Y, desde luego, para recordarlo todo y volver a vivirlo. No hay nada que podáis hacer mejor que comprar este libro y disfrutar de su lectura.

Miriam Lavilla
Antigua alumna de El Instituto "El Carrascal"