martes, 30 de septiembre de 2014

Se acaba el Ramadán... ¡¡Y vamos a la playa!!














El que acabe Ramadán no sólo da alegría, trae muchas sorpresas. Ahora resulta que el hotel en el que nos alojamos es como un pueblo llenito de bares. Hay Lounges, varios restaurantes, terrazas chill-out, un pub, una discoteca, una salita de conciertos con escenario donde un buen mozo hace las delicias de cualquier dama sólo con mirarlo (pero es que, encima, canta bien, eso sí tipo "ojaulí, ojaulá, bájame la jaula, Jaime, bájamela y ata la yamaha a la reja"), los jardines de las dos piscinas con barecitos, mesitas, barritas… y todo muy europeo, ¡vaya!, esto es: se puede beber una cervecita uno y hasta un buen lingotazo (menos mal que piensan, de vez en cuando, en el diablo occidental).

Por lo visto para saber si ha finalizado el Ramadán, o no, tienen que reunirse los gobernantes de cada nación para analizar si los astros se han confabulado de cierta manera. Bueno, no sé si todos los astros, de momento, el sol debe estar en no sé dónde y la luna exactamente en un punto determinado. De hecho, no en todos los países sucede el mismo día. Se tiene uno previsto, así, “a ojo de buen cubero”, y son los mandamases los que terminan por decidirlo.

Todos los trabajadores del gobierno tienen una semana de vacaciones. Los expatriados, como mi churri, sólo dos días. Pero, de cualquier manera, son bien recibidos.

El caso es que, una vez que el Ramadán ha acabado, vuelven a inaugurar el Ladies’s Night que significa barra libre para todas las damas, desde las ocho de la tarde hasta la una de la mañana. No en todos los hoteles es la misma noche, así que hay espabiladas que se recorren todo Yas Island, de hotel en hotel, para beber “by the face” toda la semana.

El jueves es un buen día porque equivale a nuestro viernes. De este modo, el viernes hace las veces de nuestro sábado. Al sábado ya lo odias como a los domingos españoles. No es tan chollo porque, supuestamente, la peña se acuesta pronto para volver a trabajar el domingo.

El caso es que hoy, ¡gracias a Alá!, hemos ido a la playa porque el bar estaba abierto.

La playa es una verdadera maravilla. No he visto una playa tan “cuca” en mi vida. ¡Hombre, playas preciosas las tenemos en España, claro” Pero es que ésta, en particular, tiene una decoración muy chula.

Hay unas camitas bajo las sombrillas y una zona destinada a tumbonas de las de siempre. Pero, las más bonitas, con unas enormes camas (más grandes que las de matrimonio) con un dosel y unas cortinitas como si fueran mosquiteras. Son una gozada.

Igualmente, hay unos toldos (a modo de velas de barco) que dan sombra a una área con alfombras y cojines donde la gente puede fumar las shishas (¡¡Huelen a gloria!! me dan ganas de fumarme una).

Nota a mí misma: "nunca criticaré lo calentorro que está el Mediterráneo y jamás volveré a maldecir al Cantábrico cuando meta en el agua el dedo meñique de mi pie y dé un alarido que se me escuche desde Madrid". No os imagináis la impresión que da meterse en un aguaaaa... que debe estar a... ¿Algo así como a treinta grados?. ¿Sabéis las corrientes que hay, a veces, en nuestros océanos? Bueno, pues cuando llega una corriente marítima a esta playa ¡Pegas un salto y gritas porque te abrasa! (y no exagero ni un grado). Es como el caldito del cocido de mi madre a la que siempre digo que si tiene las tripas de hielo.

Esta playa es privada. La mayoría lo son. Esto se traduce en que tienes que pagar entrada pero en los hoteles te dan unos tickets (los famosos ‘beach-voucher’) con los que puedes entrar gratis.

Aquí, como en las piscinas del hotel, también hay esclavos que no sólo te dan la toalla, te conducen gentilmente a la tumbona y te abren la sombrilla. Luego te traen unos sofacitos monísimos por si te hartas de estar tumbada. Cada dos por tres te preguntan si quieres tomar algo. Y, si te apeteciera, te traen las bebidas en una champanera monísima que tú crees que es por prestancia pero, ¡qué va, que leche! Que es porque, cada tres minutos, ¡¡¡se te queda la bebida caliente!!! Así que cada dos te echan hielo, de nuevo.

Luego, ¡zas!, así, sin previo aviso, se ponen a repartir a todo hijo de vecino una toallita y tú te quedas con cara de mema (la primera vez que la recibes) porque no tienes ni idea de qué significa. Pero como “donde fueres, haz lo que viernes” si observas a la peña que hay a tu alrededor te enteras de que es para refrescarte. ¡¡QUÉ GUSTO, POR DIOS!! Casi es mejor que el baño. No sé dónde la meterán si en hielo o qué, pero me he dado unos restregones que me he quedado como nueva y, además, huelen fenomenal. Aquí todo huele a gloria. Intentaré impregnarme de este aroma.

1) AL LORO CON LAS ESPECIFICACIONES: tú verás a todo perro pichichi ANDANDO DESCALZO POR LA ARENA. ¡¡Pues no!! Esta gente debe tener CAUCHO en las plantas de los pies. CON LAS CHANCLITAS HASTA LA ORILLA Y DE ALLÍ... A LA TUMBONA.

2) ¡¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOO!! NO SE TE OCURRA DEJAR LAS CHANCLAS BAJO EL SOL. Las tienes que ocultar bajo la sombrilla y, si puedes, MEJOR BAJO LA TUMBONA.

3) Cuando al nené le dé por salpicarte agua... NO LE LLAMES IDIOTA (ni mariquita, ni cabrón, ni subnormal..., vamos nada) NO SE TE OCURRA ABRIR EL PICO PORQUE EL AGUA... NO ES AGUA... ¡¡¡¡ES SAL HÚMEDA!!!! y si abres la boca no sólo se te mete por ella, no, se te mete también por la nariz.

4) Tampoco le insultes ¡¡¡¡CUANDO TE EMPUJE DESDE LA PLATAFORMA que hay para zambullirse!!!!

5) Y mucho menos te pongas a decirle LO QUE PIENSAS DE ÉL cuando estéis sobre el trampolín porque los dos únicos ESPAÑOLES que hay en todos los Emiratos Árabes ¡¡¡PUEDEN ESTAR SENTADITOS TAMBIÉN EN ELLA, ESCUCHÁNDOTE!!! Vamos, que ríete tú de la Belén Esteban con su "Andreíta, coññño, cómeteeee el poooolloooooo!!!"

6) No vayas todo el rato escupiendo y diciendo "aaaggg, arrggggss, eeeggg, beeegggg" porque, a los tres segundos exactamente de arribar a la tumbona, ¡tienes al esclavo, de nuevo, ahí, sonriéndote con cara de guasa para preguntar qué quieres beber!

7) No abuses de la cerveza, ¡¡por favor!!, que luego HACES MÁS RIDÍCULO TODAVÍA EN LOS ASCENSORES DEL HOTEL (y esoooo, eso ya es otra anécdota) pero esa yaaaaa... BUCRA, BUCRA. (Bucra significa mañana y es muy útil para escurrir el bulto)


Al día siguiente (parece mentira pero es así) ya te conoce todo el mundo: los camareros, los que reparten las toallitas y hasta los socorristas que, como uno de ellos se fijó en que me puse a rodar en vídeo la puesta del sol y que, al día siguiente, no paré de observarla hasta que no se puso el sol por completo, ¡¡me llama Miss Sunset!! Jamás me había hecho tanta ilusión un mote.

Yalla, habibi, que me voy a cerrar unos cuantos bares.