miércoles, 25 de noviembre de 2009

"Je t'aime... moi non plus"



Allá por los años 70, sonaba la mencionada canción por España.

Quien más y quien menos ya la había escuchado 'de contrabando' porque, aunque Jane Birkin y Gunter Sanchs la lanzaron en el 69 (antes éste con Brigitte Bardot), aquí fue censurada por motivos obvios.

Era una de esas cosas que tenías que hacer fuera: escuchar la cancioncita dichosa y ver "El último tango en París".

Sin embargo, a mí lo que realmente me tenía desconcertada era la letra: "Te quiero, te quiero, ¡Oh, sí, te quiero!. Yo tampoco". "Como la ola irresoluta. Tú vas. Vas y vienes, entre mis riñones. Y yo te retengo". "Tú eres la ola, yo la isla desnuda." "El amor físico es un callejón sin salida. Te quiero, yo tampoco".

¡Pero qué de tonterías podían decir los mayores!
Y lo peor: las decían en todos los idiomas.

En un abrir y cerrar los ojos, crecemos y decimos las mismas estupideces.
Y lo peor: las escuchamos.

"Te deseo, pero no estoy enamorado de ti, ni creo que pueda estarlo nunca".
"Te quiero, pero no te amo".
"Te aprecio, pero no soporto a los tuyos".
"Eres muy importante para mí, después de mis padres, mis hermanos, mis cuñados, mis amigos, mis hijos...".
"Dispongo de algún tiempo para nosotros, pero estoy apurado y tengo mucho que hacer".
"Te oigo... hablas demasiado".
"Te escucho, pero no te cuento".
"Te necesito a mi lado, pero déjame solo".
"Quédate, si quieres, pero yo ya tengo que irme".
"Te apoyo, pero no puedo ayudarte".
"Te perdono, pero no olvido".
"Confío en ti, pero tengo mis secretos".

En definitiva: "Te quiero, pero no es para tanto".

A mis cuarenta y dos (ya era hora) acabo de enterarme de la verdadera traducción de "Je t'aime, moi non plus". Lo lamentable es que, hasta que una "recaba" toda la información y busca en el diccionario adecuado, solo ha escuchado lo que deseaba oír. Y la traducción ha sido tan subjetiva como simultánea.

Sin ir más lejos, "recabar" (utilizado en el párrafo anterior junto a "información"), resulta que significa "Conseguir, con ruegos y súplicas lo que se desea" y, si lo unes a un título nobiliario, también: "Pedir, reclamar algo, alegando o suponiendo un derecho".

Pero, en millones de ocasiones, "los ruegos y súplicas" no sirven para conseguir nada. Y "suponer" un derecho, solo por ostentar un título, es mucho suponer.

Por ejemplo, ser la "mujer" de alguien no es lo mismo que ser su "amiga". Ni tal palabra es sinónima de "amante", "compañera", "confidente", "cómplice", "consejera",
"asesora"... Tampoco implica merecer respeto.

Todo lo más, este cargo puede equivaler simplemente a: "ser la madre de los hijos de uno". O, a veces, ni eso. Según sean los intereses que tenga la buena señora para educarlos. Porque si no coinciden con los del padre, con los de quien realmente le importan a él o con la ética y la moral de aquellos con los que él estima conveniente que el crío se relacione, no son, en absoluto, meritorios.

Por cierto, un "meritorio" es "una persona que trabaja sin sueldo, como aprendiz o para conseguir un puesto remunerado". Por tanto, una esposa puede ser una "meritoria". Alguien que trabaja sin honorarios (de honor) para conseguir (con ruegos y súplicas) una caricia, de vez en cuando.