viernes, 21 de septiembre de 2012

En el boulevard de los sueños rotos

 
Declaro ante todos vosotros estar profundamente enamorada de Joaquín Sabina ¡Me encanta este hombre! Me gusta que deje su pluma volar y llene páginas en blanco que, hasta el momento de recibirlo en su pecho, mantenían intacta su virginidad con la esperanza de alcanzar la gloria de ser germinadas con su tinta.

Y hoy… no he podido evitar recordar En el boulevard de los sueños rotos, “Se dejó el corazón en Madrid, ¡quien supiera reír como llora Chavela!”

Es evidente, mi adorado Joaquín, que no llegaste a conocer a Pilar Cohen, La Chelito, Raquel Meller, Pastora Imperio, Amalia Molina o La Argentinita, ya que cuando estas chicas lucían el esplendor de su juventud divina, tú apenas estabas planeado… pero, ¿Qué me dices de Olga Ramos? ¿O de su hija, Olga María?

Ya nadie llora, ni ríe…, ni hace llorar, ni hace reír, ni estremece ni emociona como estas cupletistas…

Ayer tuve el grato placer de asistir a la conferencia-concierto que dio Olga María Ramos en la BNE sobre Raquel Meller (realmente interesante) y no se hacen una ligera idea de todo lo que aprendí. Si bien es verdad, que llevaba “chuleta”, mi amigo Manuel Rey (otro cupletólogo donde los haya), me “soplaba” todos los detalles que Olga María iba exponiendo o, incluso, los que quedaron en el tintero.

Pero no me sorprende (aunque me entristezca) que esta querida España nuestra, más que en ninguna otra parte del mundo, “nadie sea profeta en su tierra”.

Como cantaría otra de nuestras grandes joyas, María Dolores Pradera, “no se estila” ondear a los cuatro vientos nuestra bandera y escuchar con respeto (o incluso corear) nuestro himno nacional, a no ser que te declares facha o estés celebrando un triunfo de un partido de fútbol de nuestra selección.

“No se estila” hablar de los cantantes españoles más famosos e internacionales (Lola Flores y El Pescaílla, Raphael, Las Rocíos Jurado y Dúrcal, Julio y Enrique Iglesias, Alejandro Sanz, David Bisbal, Miguel Bosé, o Mecano, entre muchísimos otros) si no es para sacar sus trapos sucios y ponerlos ‘a caldo’ en los programas del corazón. O apreciar que nuestro bolero “Bésame mucho” fue traducido a más de 20 lenguas extranjeras.

“No se estila” preferir lo propio a lo ajeno, defender lo único… lo poco bueno que nos queda. ¡¡Qué pena!!

Imaginad que sería de los franceses sin que se les hinchiera el alma de orgullo al escuchar o hablar de Edith Piaf, Charles Trenet, Georges Brassens, Jacques Brel, o Juliette Gréco…

¿De los italianos sin los cientos de cantantes que compusieron la banda sonora de las vidas de nuestros abuelos, padres y de nosotros mismos?

¿Qué sería del mundo si los americanos, de repente, decidieran que es de frikis escuchar Vermont Dalhart, Jimmie Rodgers, Ella Fitzgerald, Louis Armstrong, Sinatra o Tony Bennett?

Olga María se auto-describe como “el oso de Asturias, el dragón de Komodo y el Lince Ibérico…, una especie en peligro de extinción.” Y vuelve a no extrañarme (aunque, de nuevo, me entristezca)

No saben ustedes lo que se pierden. Ella sale al escenario y lo llena todo. Es una artista con mayúsculas, subrayado doble y negrita. Habla sentando cátedra, haciéndote sentir en casa, te cuenta y canta historias... Es volver a la niñez y sentarte en el regazo de la abuela.

Ella sonríe y apacigua, serena, calma...
 
No sólo canta, ella interpreta y te hace sumergirte en cada párrafo, como si alguien estuviera cantando tu biografía.

De casta le viene al galgo, hija de Olga Ramos y “El Cipri”, su guardería fueron los escenarios y sus juguetes los instrumentos musicales. Tiene una voz excepcional. Después de cantar cuplé puede cantar todo cuanto se proponga. Es guapa, divertida, elegante, culta, alocada, apasionada... En ocasiones hasta llorona, gruñona, nostálgica y mística…

Pero, sin lugar a dudas, única en su especie ¡¡SALVEMOS A OLGA MARÍA RAMOS!!

¿Donativo? : la voluntad y, por supuesto, ir a verla al teatro Prosperidad, todos los viernes a las siete de la tarde.