“A medida que se acerca el buen tiempo comenzamos a preparar más cosas al aire libre, y ¿qué mejor que una parrilla o una barbacoa para reunirse con los amigos y disfrutar de un buen día? Cocinar a las brasas se ha convertido en una ceremonia social donde familiares y amigos se reúnen para almorzar o cenar en los días de verano.”
“Al ser una cocina lenta, ya que es habitual que tarde dos o tres horas en la preparación de las brasas y después en la cocina de éstos, permite el diálogo entre los comensales y hacer de esta cocina algo de lo más divertido.”
Bien, más o menos ha quedado claro. Pero ahora os voy a detallar nuestra experiencia veraniega con la barbacoa.
La casa de este año era chulísima y, además de tener un jardín estupendo con unas tumbonas para vaguear al sol y una puerta que daba directamente a la ría a modo de playita privada-particular, tenía una barbacoa.
Podría haber salido fantástica de no haberse pasado por alto algunos detallitos insignificantes a tener en cuenta. A saber:
1.- El día de la barbacoa hay que elegirlo cuidadosamente. Es decir, el día QUE SE LARGA UNO AL PAINTBALL y se decide que “ya que uno está aquí ¿para qué vamos a conformarnos con el pack de doscientas balas si podemos elegir por poquito más EL DE QUINIENTAS?”… pues no, oigan… no… definitivamente mejor dejarlo para otro rato.
2.- Lo anteriormente mencionado es desencadenante no sólo de la elección de la fecha incorrecta… sino de LA HORA. Me explico: generalmente la barbacoa se hace dos o tres horas antes de la comida o de la cena… DE NINGÚN MODO SE PUEDE UNO SENTAR A LA MESA A LAS DOCE DE LA MAÑANA!!! Sobre todo, si el jardincillo tiene unos farolillos de energía solar que apenas iluminan los diez centímetros cuadrados alrededor del farolillo.
3.- ¡¡No pasa nada!!
¡¡¡Soy una chica de recursos!!!
¿Tiene la señora velas?
Sí.
Vale. Pues pongo unas velas.
¡¡¡Soy una chica de recursos!!!
¿Tiene la señora velas?
Sí.
Vale. Pues pongo unas velas.
Con esto pueden ocurrir varias opciones:
a) Te puedes abrasar vivo si vas a pillar algo de la bandeja y no tienes la precaución de evitar la llama de la velita.
b) Te puedes dar el batacazo padre cada vez que tengas que alejarte de la luz de las velas o los farolillos para coger algo que se te olvidó en la casa o la nevera.
c) Si no te han pasado ninguna de las dos cosas, verás lo bien que te lo vas a pasar raspando cera de vela desparramada por todos los lados al día siguiente.
d) Y, por último y no menos importante, NO SABRÁS si te has metido en la boca un chorizo criollo o una sardinita hasta haber masticado el bocado.
4.- Con relación al último punto (d): las barbacoas suelen hacerse de carne o de pescado. Si eliges ambas opciones (barbacoas MIXTAS) puede ocurrirte que “esa barbacoa no termine nunca”. Esto es: cenas hoy, desayunas mañana, comes y aún te llega para la merienda-cena.
5.- Me estaba acordando yo de aquel monólogo del club de la comedia en que describían la barbacoa como eso que se organiza en una casa con jardín en que las mujeres: compran todo, ponen la mesa, preparan la ensalada, preparan las salsas, depositan la carne o los pescados sobre una bandeja y los hombres toman las piezas de ésta para ponerlas en un fuego y, después, las mujeres recogen la mesa, lavan los platos, friegan la parrilla (se ponen los dedos y las uñas negros como el carbón), barren, pasan la manguera y TODOS FELICITAN A LOS HOMBRES POR LO BIEN QUE ESTABA TODO… Pero corramos un tupido velo. Dejémoslo estar.
6.- Volvamos a los comentarios “repescados” de otras publicaciones mencionados anteriormente en el encabezado de este enlace.
“.../... ¿qué mejor que una parrilla o una barbacoa para reunirse con los amigos y disfrutar de un buen día?" PERO… A VER… ¿UN DÍA? ¿DOS ó CUÁNTOS REALMENTE?
“.../... permite el diálogo entre los comensales y hacer de esta cocina algo de lo más divertido.” ¿QUÉ DIÁLOGOS? ¿ME LOS PERDÍ CUANDO TRATABA DE NO PARTIRME LA CRISMA YENDO Y VINIENDO A LA CASA?
Más o menos (los que yo escuché) fueron como sigue:
a) ¡Ese carbón está mojado! ¡No enciende! ¿No ves que no enciende?
b) No veo nada…
c) Usa las pastillas. Eso no va…
d) A ver, listo, enciéndelo tú, anda…
e) ¿Dónde están las pastillas? ¿Esto qué es?
f) Eso que estás cogiendo es la bolsa de la basura y eso, el pan.
g) Trae la vela, coño, que no me entero.
h) Esas son las sardinas.
i) Es sobre las brasas, no sobre el fuego
j) ¡¿fuego?! ¿Pero qué fuego y qué niño muerto!
k) Ahí no se ponen los chorizos.
l) ¿Qué es esto que he pisado?
m) Y a esto… ¿se le da la vuelta?
b) No veo nada…
c) Usa las pastillas. Eso no va…
d) A ver, listo, enciéndelo tú, anda…
e) ¿Dónde están las pastillas? ¿Esto qué es?
f) Eso que estás cogiendo es la bolsa de la basura y eso, el pan.
g) Trae la vela, coño, que no me entero.
h) Esas son las sardinas.
i) Es sobre las brasas, no sobre el fuego
j) ¡¿fuego?! ¿Pero qué fuego y qué niño muerto!
k) Ahí no se ponen los chorizos.
l) ¿Qué es esto que he pisado?
m) Y a esto… ¿se le da la vuelta?
A todo esto…, cuando ya nos pasmábamos del frío y nos metimos en la casa para tomar el postre, llega el VECINO regañador profesional (un clásico):
----Oye, ¿sabéis qué hora es?
Vamos a ver. ¿Me está llamando usted gilipollas? ¡Claro que sé la hora que es, coño! Dígame usted cualquier otra barbaridad: “Voy a llamar a la policía”; “Me voy a cagar en la madre que parió a Panete”; “Callaos de una puñetera vez que mañana madrugo” o equis pero molestarse en venir de mala leche para preguntarme la hora!!!! Hace falta ser subnormal!!!
Moraleja: Si vas a elegir mal el día, la hora y las viandas de una barbacoa… trata al menos que el lugar de celebración esté apartado del mundanal ruido.
mlm
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