Echando un
vistazo a varias páginas de Facebook, me he encontrado con la página de
“Mayahuasca Shaman José Luis DMT”. Ha sido, cuando menos, enriquecedor.
Debe tratarse de
un “shaman” en toda regla y publica varias imágenes, siempre agradables y transmitiendo
buenas vibraciones, con epígrafes o consejos.
Pero me ha
llamado la atención poderosamente una: la que acompaña a mi entrada.
Resulta que en el
afán compulsivo y desesperado de atacar, sin descanso, a los creyentes (por lo
que veo, se trate de la religión que se trate) cae en la peor de las
contradicciones: “Yo soy tu CHAMAN, soy tu GURÚ, soy tu COACH (pero jamás un
“pastor”) y te voy a guiar porque tú solito no sabes hacer una 'o' con un
canuto porque, en realidad, lo que eres es un cordeeeeeeero.”
¡Vaya faenita!
Debe ser que este chaman de chichinabo tiene a su peor enemigo como asesor de imagen, como Community Manager o como director de
contenidos.
Porque, perdonen
mi atrevimiento, pero, ¿quién no ha necesitado, más de una vez, de dos y de
tres, el consejo de unos buenos padres o un buen hermano?; ¿la orientación de
un buen tutor, un educador, un psicopedagogo, un psicólogo o incluso un buen
psiquiatra?; ¿de un abogado, de un mediador o simplemente el apoyo de un leal
amigo?
¿De verdad nos
creemos aquel viejo cuento del “yo me creé a mí mismo”?
¿Quién puede
decir que maduró y llegó a ser lo que se es sin ayuda de nadie?
Yo, afortunada o
lamentablemente, soy lo que soy, gracias a mi experiencia, gracias a lo que
viví, gracias a mis padres, mis hermanos, mis amigos, mis profesores… Gracias a
lo que me pasó, por buscármelo yo misma o por correr la mala suerte de que me
sucediera cuanto me sucedió. Porque sí, ya es hora de que lo vayamos asumiendo “nos
merecemos TODOS cuanto nos pasa”.
Tuve unos padres
(aún los tengo) que nunca me dieron la razón porque sí (y siguen con esa fea costumbre). Y una hermana que
parece, en miles de ocasiones, estar de parte más “del enemigo” que de la mía.
Siempre que me he cargado de razón y he explicado mis motivos, me los han
echado abajo. “Es que túuuu, nenaaaa,
muchas veeeceees…”. "Perdona, bonita, pero no está bien lo que has hecho."
Por eso doy
gracias, cada mañana, por tenerlos y siempre digo que “cuando me dejo guiar por
la cruz del norte, en lugar de la osa mayor, son ellos la brújula que no encuentro en mis bolsillos y me
conducen, de nuevo, al camino correcto”. Y les agradezco sinceramente que me hayan enseñado a educar a mi hijo del mismo modo. (Sí, mi hijo es muy rico, muy gracioso y muy guapo pero no siempre tiene la razón y no siempre se porta bien).
Y eso me lleva a
pensar en todos los seguidores de este “chaman”.
La radiografía de
estos especímenes biológicos de la naturaleza diagnostica, claramente, que se trata de una raza muy habitual en la sociedad. Son pseudo-adultos
que necesitan de esas frases, citas o epígrafes para seguir viviendo. Son su adicción. Se las
creen y las comparten a todas horas para hacer creer a los demás, al resto de
los mortales, que las ponen en práctica en cada momento de sus vidas. Tienen un
hambre voraz de ellas para excusar sus comportamientos.
Son personas sin
conflictos internos. ¡¡Vaya suerte!!, ¿no? Porque yo no es que tenga uno, dos o
mil… Un millón de veces, cuando echo la vista atrás a mi pasado, pienso que, en
cierta ocasión, fui una verdadera hija de la gran puta (sin ofender a mi madre)
o me porté de una forma abominable o, cuando menos, “políticamente incorrecta”.
Un billón de veces me he arrepentido de algún acto y un trillón de veces me he
sentido fatal y me he decepcionado y defraudado por completo.
Seguramente sus
papás les reían las gracias a todas horas, les enseñaron aquello de “ser ellos mismos” y
aplaudieron todas y cada una de sus actuaciones. En cuanto a sus amigos, tres
cuartas de lo mismo. Con total certeza son los reyes de la fiesta pero nunca
acompañaron a un ser querido (o pseudo-querido) en sus peores momentos. Porque
no… “porque no tienen ganas de malos rollos”.
Se creen en
posesión de la verdad absoluta por tanto, no merece la pena la discusión. Además, las discusiones también dan muy mal rollito.
Que les vaya muy
bien con esto pero yo prefiero no contar con gente así a mi lado. Es más, cuando nos vayamos haciendo mayores tendremos pocas ganas de fiesta, por tanto, si saco brillo a mi bolita de cristal puedo ver una larga soledad... les vaticino, -que no deseo-, un futuro muy solos.
¡Que suerte la
mía ser una oveja (o una puta cabra, según el pie con el que me levante) para
poder perderme una y mil veces y que algún “pastor” venga a rescatarme y a devolverme
a la senda adecuada!
2 comentarios:
Yo he tenido la desgracia de no contar con "señaladores de caminos" Por razones que no vienen al caso, mucho de mi, es eso que llaman "autodidacta" o sea, ERRONEO, EQUIVOCADO, FUERA DE LUGAR, porque sin un maestro o sin ejemplos muy claros, una no hace otra cosa que cometer errores. Yo me "eduqué o me educaron en la contradicción más absoluta" Entre mis padres y mi familia "actores todos" y los internados de monjas. Resumiendo, las monjas me decían "Esto es H" y mi familia "No, eso es B". Bien, he ido tomando de mis amigos, familiares, maestros esporádicos, lecturas, cine, teatro, naturaleza, etc., aquello que he podido y por supuesto, me he equivocado muchas veces y lo he pagado muy caro. Soy consciente de que hay muy malos pastores, pero me hubiese gustado tener alguno bueno a mi lado (no todos lo fueron) Hacen falta ejemplos, consejos, regañinas, y sobre todo hace falta que alguien nos señale el buen camino, luego si lo usamos o no, será nuestra responsabilidad. Eduqué a dos hijos de la mejor manera que pude, pero marcando mi trabajo como pastor lo mejor que supe y pude, consciente de que no tenerlo de forma clara, a mí, particularmente me sirvió para vivir mal durante muchos años.
Gracias por tu amistad y tus escritos. Mi respeto y cariño siempre para ti.
Millones de gracias, Mabeluquis!!!
Tú eres ese pastor que a mí me gusta tener al lado.
Siempre impecable e IMPLACABLE (jajajaja!!!) pues, qué quieres que te diga? a mí me encanta esa loca contradicción tuya en la que vives: te favorece y te hace una de las personas más equilibradas e inteligentes que conozco.
Te quiero un montón, Mabel. Creo que te lo he dicho tropecientas veces pero nunca, nunca, nunca me parecen suficientes.
Un besote enorme,
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