Las personas
heridas son peligrosas, no hay la menor duda.
Quizás se
acostumbraron a sufrir y ya no sienten el menor respeto por el dolor.
Puede, incluso, que eso les haya convencido de que si ellos mismos fueron capaces de soportarlo, cualquiera puede hacerlo.
Por eso no
les causa el menor incomodo hacer daño.
Tal vez
piensen que perdieron todo cuanto deseaban y ya no hay posibilidad alguna de
perder nada más. Su vida entera.
Y alguien muerto no tiene el menor respeto por la
vida. No teme perderla. No siente, ni padece, ni tiene sensibilidad, cariño,
afecto, compasión... por nada ni nadie.
Con esto, ya
está dicho todo: sin vida no hay esperanza, ni ilusión, ni sueños por cumplir.
Nada. Y ya lo dijo William Faulkner “entre la tristeza y la nada, me quedo con mi
tristeza”.
Sólo hay
algo que les hace sobrevivir o, simplemente, seguir en pie: el egoísmo. Como no albergan la menor fe en
el resto de los mortales, sólo ellos pueden satisfacerse, mimarse, quererse y
procurarse cuanto necesitan.
Si no lo encuentran cerca, no lo dudes, te lo quitarán. Porque ellos “que sufrieron tanto, se lo merecen todo”.
Ya sabéis que me gusta, siempre, ponerme en el pellejo de todos. Antes de catalogar a un “hijo de la gran puta” como tal, me complace pensar qué le ha podido suceder para que se comporte así. Me hace sentir mejor persona.
En fin. Toda mi paciencia y comprensión para las personas heridas. Pero..., ¿qué queréis que os diga?, prefiero tenerlas muy muy muy lejos.
Luego, los
hay muy cansinos, jajajaja, esos son muy graciosos. Los que se dedican a
enviarte “indirectas” por el Facebook y las redes virtuales sociales. Resultan divertidísimos porque siempre te quedas preguntando SI AL QUE SE HA DIRIGIDO SE HA
ENTERADO, SIQUIERA, DE QUE SE REFERÍA A ÉL. Los reconocerás fácilmente porque
en sus muros sólo hay frases como: “Hay gente queeee…”; “Los hay por ahí queee…”;
“Mira
que me fastidian los queee…” Incluso van y te cascan una frase en
segunda persona del singular, como si te estuvieran hablando a ti: “OYE,
TÍA GUARRA, COMO TE VUELVAS A COLAR EN LA PESCADERÍA TE AGARRO DE LOS PELOS Y
TE METO DOS YOYAS QUE TE ENTERAS”…
Pero, ¡nah! Esos
no son personas heridas de verdad.
Eso son moscas cojoneras (y muy amargados, sinceramente).
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