Como voy contando mi vida obra y milagros, en el Facebook, los que ya habéis
ido leyendo mis publicaciones, pues en este punto, podéis dejarlo porque ya conocéis todos los detalles y os voy a aburrir soberánamente.
Es que esto de mi blog a mí me sirve como retroalimentación y, además, cada
vez que quiero buscar algún texto en FB, me tiro unos veranos y no lo encuentro
y ya me conocéis soy una chica práctica, todo cuanto escribo (da igual lo malo
que sea), al final, me sirve para incluirlo en mis novelas. Por eso, nunca he
sentido el menor apuro en tirar a la chimenea de Suegrilandia algunas de mis
obras (nueve, nueve en concreto, de momento). Ese no es trabajo perdido, se
acopla en otro contexto y arreando.
Hoy comienzo con el primer capítulo: mi llegada a los Emiratos Álvarez,
como los llama la tita. Pincho, copio y pego, hala.
“Buenas,
Ya soy dos horas más vieja
que vosotros, ahora mismo.
Una y cuarto de la mañana,
cuando en España andaréis por las once.
Contra todo pronóstico esto
me gusta. No me costaría nada acostumbrarme a esta buena vida. Hay 100 esclavos
detrás de ti pendientes constantemente de tus necesidades: limpian el suelo
antes de que lo pises, lo limpian después de que lo hayas pisado; te dan la
toalla a la entrada de la piscina, te acompañan hasta la tumbona que elijas, te
abren la sombrilla, te la colocan…
Cada vez que sales, a tu
regreso, dejas el coche en la entrada y ellos toman tus llaves y te lo aparcan
(ni conocemos el parking), al salir das tu ticket, ellos lo sacan y te lo dejan
ante tus narices…
Tienes fruta fresca a tu
disposición en un saloncito, café para tomar a antojo, unas galletitas que son
un verdadero vicio…
Creo que a Jaimete aún le
gusta mucho más que a mí (por aquello de lo vaguísimo que es el jodío y lo poco
que le gusta hacer el mínimo esfuerzo.
El hotel está en Yas Island.
Cerquísima del Yas Island Circuit (circuito de Fórmula 1), del Yas Waterworld
park (un parque acuático), de un campo de golf enorme, y del Museo o parque
temático de Ferrari (Ferrari World). Es decir, bien situado pero, en fin, aquí
no hay “barrio” bien ubicado porque entre unos y otros hay kilómetros y
kilómetros de descampados desérticos… (y nunca mejor dicho) Por eso mismo se
trata de una nación con mucho futuro… todo está aún por construir.
Nuestra habitación (por venir
con familia acoplada) es como si digamos un apartamento de Aparthotel: tiene
una pequeña cocina totalmente equipada (lavadora, secadora, horno, microondas,
placa de vitrocerámica y todos los electrodomésticos del mundo mundial). Un
salón amplio (con sofá cama para el peque), una habitación y un cuarto de baño.
Dos televisiones (una para el salón y otra en la habitación)… En resumidas
cuentas, todo lo necesario para vivir y para hacerlo bien porque ni tienes que
hacer la cama, ni fregar, ni nada de nada.
La temperatura… eso ya es
otro cantar. Digamos, para que os hagáis una ligera idea, (pero muy muy muy
liviana) que es como un Valencia o Alicante a lo bestia. Alta temperatura (más,
mucho más que en Levante) y con grandes dosis de humedad.
Todo es muy confuso, no sabes
si las cataratas que te recorren la piel son debidas a la humedad ambiental o se
trata de transpiración. Yo me inclino por la última opción. Aquí no tienen la
menor utilidad ni las cejas ni las pestañas: el sudor se te mete hasta en los
ojos.
Por lo que las fotos se hacen
a toda velocidad: vas a un sitio, bajas del coche, posas y sales pitando de
nuevo al coche. Como hayas puesto el dedo en el foco o te haya salido movida y
tengas que repetir la instantánea… ¡La gibamos, tía Paca! En la próxima imagen
parecerá que estés asistiendo a un concurso discotequero de camisetas mojadas.
Eso ocurre cuando la
temperatura alcanza de 38 a 40 ºC, cuando sobrepasan los 45 ya, es tan tan tan
ardiente que acaba hasta con la humedad. Pero, curiosamente, casi se prefiere a
lo del baño turco constante ese. Y el viento, o no lo hay, o es como si te
metieran en una secadora.
Lo que no me explico es como
no pillamos una pulmonía o un catarro de órdago a la grande, los aires
acondicionados de todos los interiores están a tal nivel que te despeinan el
flequillo y, en ocasiones, hasta agradeces el salir al exterior (claro, que a
los dos segundos exactamente, te arrepientes). Que para dejar de fumar todo
esto está muy bien: en los interiores no te lo permiten y si buscas un
exterior, después de dos caladas ya deseas tirarlo y salir pitando por patas.
Aquí lo más común es ir de
visita a los Malls. Los malls son centros comerciales, sin más, pero son
verdaderos parques temáticos. Es decir, te quedas ojiplática, viéndote como una
paleta haciendo fotos en los malls, talmente como si te encontraras un grupo de
turistas chinos reportando gráficamente cada esquina de un Carrefour.
Las tiendas son la pasada.
Las mejores marcas: Dior, Gucci, Prada, Tiffany, Cartier, Louis Vuitton, Hermes, Jimmy
Choo, Rip Curl, Element, Quicksilver, DG, Etnies, Diesel, DKNY… y un larguísimo
etcétera. Dentro de ellos, te puedes sorprender encontrándote un pueblo entero,
un parque de atracciones, una pista de hielo para patinar o incluso toda una
gran estación de esquí. Y la clientela va a juego. Vamos, que cada vez que una chica de éstas (las de la capita) entra en una tienda de esas con sus amiguitas, al propietario le debe "apañar" la facturación mensual y, si me apuras, la anual también.
Lo que me encanta de este sitio es el olor. No sé explicarlo. Quizás sea la humedad, las plantas que tratan de cultivar por todas partes, no sé. Los interiores huelen también de maravilla a velas aromatizadas, a inciensos, a las shishas, que las hay por todas partes y todo el mundo las fuma con gesto de deleite... Tendré que visitar alguna perfumería en algún mall, seguro que deben ser buenos perfumeros. Trataré de impregnarme del aroma del lugar.
Curiosidades de la fauna: no he visto ni una mosca... yo creo que con la temperatura del agua del mar... ¡ni las medusas se atreven a arribar a estos lares! Pero, eso sí, las hormigas son unas yihadistas de la leche!!! La madre que las parió!!! Hecha un colador me tienen!!!.
Lo que me encanta de este sitio es el olor. No sé explicarlo. Quizás sea la humedad, las plantas que tratan de cultivar por todas partes, no sé. Los interiores huelen también de maravilla a velas aromatizadas, a inciensos, a las shishas, que las hay por todas partes y todo el mundo las fuma con gesto de deleite... Tendré que visitar alguna perfumería en algún mall, seguro que deben ser buenos perfumeros. Trataré de impregnarme del aroma del lugar.
Curiosidades de la fauna: no he visto ni una mosca... yo creo que con la temperatura del agua del mar... ¡ni las medusas se atreven a arribar a estos lares! Pero, eso sí, las hormigas son unas yihadistas de la leche!!! La madre que las parió!!! Hecha un colador me tienen!!!.
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